El salmo 91 sigue siendo una fuente
de fortaleza y esperanza para todos los que confiamos en la omnipotencia de nuestro
Creador.
En momentos sombríos de nuestras
vidas hemos recurrido a la potencia de sus promesas y nos hemos sentido como
niños confiados en los brazos de un padre.
Sobre todo nos inspira valor y
confianza en su protección haciendo que cualquier amenaza nos parezca que
no tiene nada que ver con nosotros.
Pero la condición está dada desde el
principio: “El que habita al abrigo del Altísimo”.
Esto implica vivir
ceñidos al cumplimiento y la obediencia de sus mandamientos.