Un
microbio mandó a todos los religiosos a sus casas sin excepciones,
demostrándoles que ninguna religión tiene ningún tipo de supremacía o poder
sobre las demás.
Las
puso a todas bajo las mismas condiciones, para que entiendan que todas las
falacias religiosas que los alejan de otras religiones en realidad los
alejan de Dios.
Hoy
más que nunca cobra vigencia el mensaje del cristianismo práctico y sencillo “donde estén dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estaré” (Mt.18:20).
No son edificios, ritos o
rutinas; la verdadera religión es una relación
personal, porque Dios no
desprecia ningún corazón contrito y humillado (Sal.51:17)